Por fin ya me he comprado una bicicleta.
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Inicialmente la quería de segunda mano y con una rueda de 29
pulgadas, porque según tenía entendido las de 29 pulgadas son mejores. Tras la decepción que
me llevé al intentar comprar la Cube LTD en Londres, que fuera de segunda
mano ya no era imprescindible y, tras visitar la primera tienda de bicis en
Reading me quedó claro que no quería una bici con ruedas tan grandes; hacen que
la sensación sobre la bicicleta sea de demasiada altura, y por tanto menos control, lo cual me confirmó
el experto ciclista que me atendió en la tienda.
En mente tenía varios modelos de bicicletas que según las
páginas web y revistas del sector eran la mejor inversión para el dinero que
tenía pensado gastar. Finalmente me compré una Rockrider 8.1 que por su precio está muy bien y que simplemente por ser el fabricante que es, creo que cumplirá mis
expectativas como principiante en esta disciplina del ciclismo. El fabricante
en cuestión es Decathlon, una compañía mastodonte no especializada en ningún
sector, y menos aún en el ciclismo montaña. Ahora bien, por su tamaño de ventas estoy seguro de que
habrá apretado a los diferentes proveedores de componentes para lograr una insuperable relación calidad precio en su
bicicleta, tal y como se asegura en las
diferentes opiniones de webs especializadas.
Me atendió un italiano en Decatlon, muy majo y tal, pero que
no sabía nada de bicis; Por mucho que
tratara de disimularlo, yo se lo noté, ¡ y eso que tampoco tengo ni idea! El lunes
tuve que volver a Reading, porque tal y
como sospechaba el italiano olvido la puesta a punto típica que se realiza al
vender una bici. Bueno, más que olvidó es que no sabe hacerlo. El caso es que
ayer al fin pude disfrutar de un estreno en condiciones.
Unos 23 km: el primer
tramo extremadamente sencillo y con
buenas vistas transcurría por una senda que acompaña al canal cercano a
Thatcham. La fotografía del principio es junto al canal y en ella se pueden ver
las dos cosas que más me llamaron la atención: un sistema de compuertas, uno de
los muchos del canal, que se mueven de forma manual y una vivienda- barco los cuales son tan abundantes en algunas zonas
que parecen más una calle que un canal. Para la vuelta y dado que yo no soy de pasar dos veces por el mismo
camino decidí descubrir sobre la marcha alguna senda que fuera hacia mi casa.
Puedo explicar el susto que me lleve cruzando la carretera ,
aún no me he acostumbrado a mirar primero a la derecha, o la dificultad de
cruzar un campo lleno de vacas mientras esquivas heces como panes y tratas de no llamar mucho la atención, porque los vacas son muy pesadas y da un poco
de respeto cuando se encaminan unas 30 vacas hacía ti. Pero lo que no puedo
explicar es la espectacularidad de los
paisajes que crucé.
Hice alguna foto...que
no vale la pena ni mencionar, no le hace justicia al paisaje. La luz rojiza del
atardecer bañaba los campos , algunos verdes y otros secos. En medio de estos, árboles enormes y solitarios dibujaban una
sombra perfecta. De fondo, un imponente , denso y oscuro bosque se abría
ligeramente para darle aire a la senda por la que pasaría yo en unos
instantes...Hay que vivirlo. Lo he intentado, pero con palabras tampoco basta.
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